El psicólogo Maslow desarrolló, en el pasado siglo, una teoría en la que jerarquizaba las necesidades humanas y para dar forma a esa jerarquización eligió la forma de la pirámide. En la base de esta pirámide Maslow ubicó las necesidades fisiológicas, como respirar, descansar o alimentarse, le siguen las necesidades de seguridad física, familiar y de salud, entre otras, después siguen las necesidades sociales, la necesidad de reconocimiento y en lo alto de la pirámide se encuentra la necesidad de autorrealización. Las personas intentamos cubrir todas estas necesidades y la de reconocimiento, que defendía Maslow en su jerarquía, es precisamente la que cubren las redes sociales. Los “me gusta” o los “likes” refuerzan nuestro ego y nuestra autoestima y por ello, en muchas ocasiones, se vuelven adictivas.

¿Esto es beneficioso?

Las redes sociales e internet son un arma de doble filo, por un lado nos ayudan en muchos aspectos y nos hacen la vida y la comunicación más fáciles, pero por otro lado ese refuerzo de ego que se produce nos puede llevar a depender solamente de ese tipo de valoraciones externas y virtuales sin pararnos a pensar en las valoraciones internas y reales. En numerosas ocasiones lo que vemos en las redes sociales no es real y por tanto estamos valorando algo que no es real.

Como en todo, lo mejor es el equilibrio, es decir, las redes sociales son un lugar en el que la comunicación se hace más fácil y fluida, en ellas expresamos cosas que quizás cara a cara no seriamos capaces de expresar o se nos haría muy complicado. En ellas podemos experimentar cosas a través de los ojos de otras personas que quizás no tenemos la posibilidad de experimentar en nuestras carnes y obviamente son una gran fuente de información. El problema llega cuando buscamos una aprobación o reconocimiento constantes de los demás de lo que pensamos o hacemos.

Esa necesidad extrema le da demasiado poder a las opiniones de los demás, que influyen en la percepción que tenemos sobre nosotros mismos, a veces de manera positiva pero en otras ocasiones de manera muy negativa y destructiva. Al final todo esto nos lleva a una falta de valoración y aceptación propias y a una situación de dependencia de los demás.

Por tanto, tenemos que aprender a manejar esa arma de doble filo de manera adecuada y tener presente que las redes sociales a veces tienen una realidad propia que no coincide con la verdadera realidad y por tanto tampoco podemos basar todo lo que pensamos o somos en esa realidad en muchas ocasiones irreal.

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