El sueño permite a nuestro cuerpo y nuestra mente recuperarse del desgaste diario y consolidar en nuestra memoria toda la información recibida durante el día.

Cuando nos cuesta conciliar o mantener el sueño, cuando nos quedamos dormidos en momentos o lugares inapropiados, cuando dormimos demasiado o cuando tenemos conductas anormales mientras dormimos es cuando podemos hablar de problemas de sueño o de trastornos del sueño.

En muchas ocasiones estos problemas están relacionados con síntomas depresivos, de ansiedad o de estrés, es más, en muchos problemas psicológicos los problemas del sueño son uno de los síntomas principales. Estos afectan de manera negativa a nuestras capacidades cognitivas y físicas influyendo, también, en nuestro trabajo, relaciones y conductas.

Los trastornos o problemas de sueño pueden deberse al insomnio, falta de sueño, a hipersomnias, exceso de sueño diurno o nocturno, y a conductas inusuales que aparecen cuando se está durmiendo, como levantarse, movimientos de las extremidades o pesadillas.

¿Qué hacer para mejorar estos síntomas?

En primer lugar, ponerse en contacto con un profesional que verifique si detrás de esos problemas de sueño hay otros problemas psicológicos cuyo tratamiento hará que mejore también nuestro descanso.

Por otro lado, la “higiene del sueño” es algo que se debe introducir en nuestras rutinas y convertirse en un hábito. Esta práctica consiste en un conjunto de acciones que nos ayudan a que la calidad de nuestro sueño sea mejor y a que la cantidad sea la correcta.

Por ejemplo:

Cuando vamos a dormir nuestro cerebro se prepara para descansar, para ponerse en modo “ahorro”, y para eso necesita que, a su alrededor, no haya grandes estímulos que puedan activarlo de nuevo.

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